jueves, 11 de febrero de 2010

Mis amigos los Pereza

Lo bueno de escribir un blog es que puedes navegar en tus pensamientos sin cercarlos, sin que nada ni nadie pueda restringirte ni censurarte. Elegimos un blog sobre música porque ésta es algo que une a las personas y que, si no eres afín en gustos a los demás, no provoca conflictos ni problemas; simplemente, escuchar un estilo de música diferente al del resto es un aspecto que te concierne sola y exclusivamente a ti.

A mí me gusta el grupo Pereza. Sí, me encanta Pereza. He crecido con ellos y siempre me han llevado a rincones muy diversos y a pensamientos de lo más profundos. Cuando escuchaba “pienso en aquella tarde” sentía que cada letra de esa canción tenía razón por sí misma. Aprendí a entender que sus letras me repercutían, que tenían que ver con la realidad que yo estuviera viviendo, como si ellos conocieran mis sensaciones en cada momento.

Esos dos desgarbados tipos de pantalones pitillo y escuálidos cuerpos tienen algo característico que les ha llevado a estar en multitud de ocasiones en lo más alto del panorama musical español. Su estilo quizá no haya evolucionado mucho desde que empezaron, pero sí se nota que han sabido moldearse a la realidad musical de cada momento. Su gente, sus fans, han ido aumentando sobremanera con los años. Además, los Pereza poseen la cualidad de dar el cien en todo lo que hacen. Por otro lado, tienen fama de tener cercano contacto con drogas y de salir demasiado, pero sus vicios no los alejan de actuaciones geniales en escenarios, donde sin duda sí llegan en una total lucidez observable.

Me gustaron mucho en Las Ventas. Y me gustó también su humildad. Un abrazo entre los hermanos y una frase como “por fin estamos aquí (tocando en Las Ventas), hermano, lo conseguimos” resume un camino durísimo como es el de pasar de ser un grupo amateur a uno reconocido nacional e internacionalmente. Recuerdo que tocaron y tocaron, y no dejaron de tocar. Casi dos horas y media de concierto devolvieron con creces el importe de la entrada a los asistentes. Deberían aprender algunas bandas que se limitan a tocar una hora sabiendo que hay gente que desembolsa la friolera de más de 80 euros por verlas.

Y es que desde esos dos cerebros que se esconden tras largas melenas de pelo rizado, surgen unas letras sentidas que nunca he parado realmente de escuchar. Cada cierto tiempo cambio mi música, renuevo los grupos que oigo, los estilos, pero siempre los llevo sonando escondidos en mi bolsillo. Ahora me ha dado por ‘Amelie’, la canción, y no consigo parar de escucharla. Dice Leiva que esa canción es fruto de la película del mismo título que “le voló la cabeza”. A mí me lleva a un lugar lejano, con alguien de la mano, en el que ambos estemos simplemente respirando. También hay veces que pienso en quién será ‘Lady Madrid’. Esto es simplemente un ejemplo del poder que en mi tienen sus letras.

En su contra diré que el precio de sus conciertos es extremadamente caro, aunque, lógicamente, si están haciendo acústicos con público más reducido, por eso y por la calidad del sonido y la calidez del escenario, el precio debe ser un poco más elevado. Ahorraré pues para verles. Tengo muchas ganas de verles otra vez. Me quedaré mientras... buscando a Amelie

http://www.youtube.com/watch?v=P3Q5ajmOpV4

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